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Los animales, médicos
naturales del hombre |
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Quien
recete el aceite de hígado de bacalao contra el raquitismo,
artritis, cardiopatías, Alzheimer, gripa, cáncer,
ceguera, depresión, obesidad y muchas otras enfermedades,
corre el peligro de que lo llamen vulgar curandero,
pero si prescribe Omega 3 (el mismo aceite) en envase
de lujo, es un ilustre homeópata.
La historia humana, registra millones de usos de los animales
en medicina preventiva y curativa. El famoso Caduceo de Mercurio,
símbolo de la medicina occidental, es un referente mitológico
de las zooterapias. Según el mito, Mercurio,
dios del comercio, separó con su caduceo (vara con guirnaldas
entrelazadas) a dos serpientes que peleaban; las serpientes
cruzadas reemplazaron en la vara a las guirnaldas, como símbolo
de prudencia, vida y salud, y también del número
8, imagen del equilibrio entre fuerzas antagónicas. Su
similar es la Vara de Esculapio (Roma) o el bastón de
Asclepio (Grecia) con una serpiente enrollada. Atenea entregó
a Asclepio dos botellas con sangre de la Gorgona, una envenenada,
y la otra con propiedades para resucitar a la gente. El mito
prefigura así la dualidad veneno-antídoto, enfermedad-medicina,
en el reino animal; por ello, no es raro que las especies domésticas
transmitan unas 200 enfermedades y al tiempo provean medios
preventivos y curativos para un número igual o mayor
de ellas.
La zooterapia hunde sus raíces en el chamanismo ancestral,
según el cual, el espíritu del animal se transmite
al ser humano, como animal de poder o animal protector,
parte del alma del hombre, y cuya pérdida lo convierte
en un ser vulnerable. Según los atributos de cada animal,
los chamanes aplicaban la medicina para cada enfermedad, especie
de protocolos mágico-religiosos. La cueva
del oso, por ejemplo, simboliza el regreso al vientre de la
Madre Tierra; la nutrición y protección femeninas
y su medicina alude a la introspección, la sabiduría
y la comunicación con el espíritu; el perro, soldado
protector de las viviendas de la tribu de los ataques por sorpresa,
caza y da calor en invierno, es amor incondicional, protección
y servicio. El león, interacción grupal, silencio
y paciencia; la mariposa, el aire y los poderes mentales; y
la medicina de caballo involucra poder, resistencia, fidelidad
y libertad. |
Hoy, los animales facilitan terapias
para toda clase de enfermedades,
discapacidades y trastornos. |
El
médico William Tuke figura como pionero de las Terapias
y Actividades Animales Asistidas, mejorando las condiciones
infrahumanas de los manico-mios y enseñando autocontrol
a los pacientes: el centro de epilépticos Bethel, fundado
en 1867 en Bielefeld, Alemania, continuó esta terapia.
En 1944, la Cruz Roja organizó, en el Centro para Convalecientes
del Ejército del Aire (Nueva York), el primer programa
contacto ani-males - pacientes. Los reclusos de Cartagena (España),
aplaca-ron la violencia llenando la pri-sión con cientos
de canarios; y los perros ayudaron a la rehabi-litación
de los presos en Murcia. |
¿Hermanos
o enemigos?
Libia J. Restrepo, historiadora y profesora de la Universidad
Pontificia Bolivariana, expone: Por observación
empírica, desde épocas prehistóricas, los
seres humanos aprovecharon lo que el entorno les daba, en rituales
mágico-religiosos y para fines médicos. Ello derivó
en prácticas médico-científicas hoy rechazadas
por la ciencia moderna, para producir vómitos o incidir
de varias maneras en el organismo.
Los curanderos y yerbateros -anotó-, han tenido
ritos que vemos hoy con extrañeza: las plumas del águila
negra, o afrodisíacos como el prepucio del lobo blanco
y el polvo de la cantárida, y la enjundia de gallina
para las mujeres que daban a luz. Los griegos sabían
que toda ingestión en exceso podía ser dañina
y frente a un síntoma determinado intentaban una reacción
contraria, con la grasa y la sangre de animales, la piel de
una culebra, los cuernos del rinoceronte en África...
El hombre del Neolítico sacó conclusiones empíricas
que nunca escribió, para usar diversos animales, además
del alimento y el abrigo. Hoy, existen prácticas inaceptadas,
que suelen ser eficaces a veces y muy peligrosas otras, por
contener tóxicos. La homeopatía sigue utilizando
sustancias animales que miramos con extrañeza. Los amuletos
también fueron muy importantes para la comunidad prehistórica,
la garra de un animal feroz corpulento transmitía al
hombre salud, ferocidad o valentía; como la famosa Tríaca
usada hasta la Edad Media, mezclas sin más argumentos
que sus efectos mágicos, algunos disolvían perlas
en vino: entiendo que Nerón en algunos tratamientos las
tomó. Nuestros aborígenes usaron la miel, hoy
de gran aceptación entre las medicinas alternativas,
la grasa de corderos recién nacidos para cicatrizar el
ombligo del niño y la uña de la 'Gran Bestia',
aún vigente en zonas rurales y selváticas. La
antropología médica clasifica estas prácticas,
acepta algunas y rechaza las inocuas, que sólo operan
en la psiquis de los individuos. |
El universo zoo-terapéutico
es un laberinto
con límites imprecisos entre realidad y fantasía,
entre ciencia y charlatanería, un universo de muchas
respuestas y aún más preguntas.
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Continúa:
Con la racionalidad industrial moderna, el hombre aprovecha
al máximo los seres vivientes, no como otros seres vivos
sino como materia prima, y la sistemática exterminación
de esas criaturas provoca un desequilibrio ecológico.
Además, si los animales nos enferman, nosotros también
a ellos. Los aborígenes norteamericanos se alimentaban
de los animales, a eso hoy lo llamamos 'salvajismo', 'falta
de civilización', pero ellos sabían que si los
extinguían, se acababa el beneficio que recibían;
entonces, jamás fueron sistemáticos en su eliminación.
En las praderas de Estados Unidos había miles de búfalos,
pero el indio apenas cazaba los especímenes necesarios
para el sustento, hasta que llegó el hombre blanco y
los exterminó junto con los bisontes. Hemos desequilibrado
tanto la naturaleza en flora y fauna, que no vemos la profunda
relación de todo ello; la caza sistemática acabó
el rinoceronte por sus afrodisíacos cuernos, la eliminación
de todos los felinos hizo proliferar plagas de ratas, zarigüeyas
y otros animales. ¿Se han estudiado las propiedades del
mojojoy como broncodilatador para el asma? La ciencia moderna,
un sistema de pensamiento de varios siglos, no alcanza a explicarlo
todo, y frente a toda la tradición milenaria de otras
culturas, es muy arrogante, concluyó la historiadora
Restrepo.
La panacea zoológica
El uso de las sanguijuelas, gusanos hematófagos,
para evitar coágulos y drenar venenos del torrente sanguíneo,
tiene más de 2.500 años. Los pacientes medievales
sufrían mucho, no siempre curaban y a veces morían
de hemorragia; hoy su efecto anestésico es reconocido,
por un analgésico similar a la morfina, en terapias anticoagulantes
y calmantes del dolor, en clínicas de Estados Unidos.
Los venenos son, a la vez, antídotos poderosos. Con la
ponzoña de letales serpientes se hace el suero antiofídico.
La clorotixina del veneno de escorpión, quizás
el líquido más caro del mundo por encima del veneno
de cobra tailandesa, combate el glioma, tumor cerebral maligno.
La serpiente parda australiana coagula la sangre en hemorragias;
el monstruo de Gila cura la diabetes; el caracol marino bloquea
el crecimiento de células cancerígenas de mama
y alivia el dolor de enfermos terminales de cáncer; la
secreción del gusano de seda borra cicatrices y verrugas;
el pez globo cura dolores de ciática; la saliva de la
garrapata, los problemas del corazón y la artritis; las
hormigas bajan la presión sanguínea; el aceite
de caracola sana las várices y el de castor que usaban
los romanos como abortivo, alivia la dismenorrea, afecciones
uterinas y eleva el ritmo cardíaco; la miel de abeja
mejora la visión, evita la impotencia, mantiene el aparato
de la voz, entre otras virtudes; el caldo de pollo es excelente
antigripal y su carne previene varios males; los anticuerpos
cultivados en gallinas se aplican contra el cáncer, la
fibrosis quística y mordeduras de serpientes y arañas;
los anticuerpos de yema de huevo se usan en inmunoterapia oral;
y comer escarabajos cura el asma. |
Miel de abeja, baba de caracol, la
insustituible sopa de pollo y el aceite de hígado de
bacalao, son apenas algunos remedios de la panacea zoológica.
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La
baba que expele el caracol terrestre en estado de estrés,
es regeneradora y antioxidante, quita manchas, estrías
y acné (pero los charlatanes exageran sus virtudes).
La vaca es otra panacea: su calostro regula los factores de
transferencia del sistema inmunitario y el aceite de pata cura
el asma, anemia y caída del pelo, fortalece las rodillas,
afirma los senos y es hasta afrodisíaco; los indios del
resguardo de Cañamomo y Lomaprieta en Riosucio, Caldas,
adquieren virilidad tomando caldo de genital de cusumbo, curan
la infertilidad femenina poniendo la mujer en el estómago
de una res recién matada y sueltan la lengua
del niño metiéndole el pico de un cucarachero
en la boca. |
¿Qué
decir de los trasplantes de corazón, riñón,
pulmón, bazo y piel de cerdo, mono y cabra a humanos,
aunque algunos tienen muchos problemas médicos por resolver?
La insulina del cerdo se aplica a diabéticos y se investiga
la utilidad de las transfusiones de sangre porcina en el tratamiento
de la hemofilia y el sida.
Terapias: canina, equina y otras
El perro tiene bien ganado su título de mejor
amigo del hombre desde que Asclepios, Dios griego de la medicina,
extendía su poder mediante perros sagrados. Para los
antiguos egipcios eran co-terapistas en sus templos
de curación. Hoy se emplean contra la obesidad
y la osteoporosis, ayudan a paliar la soledad de ancianos al
inducirlos a largos paseos, dan cariño incondicional
y no emiten juicios de valor.
Los perros elevan los estados de ánimo, suben la autoestima
en los niños, y les enseñan a dar afecto y no
sólo recibirlo. En el Hospital Mount Sinaí de
Nueva York, rehabilitan a pacientes con lesiones cerebrales
y espinales; en el Colegio Médico de Virginia (Richmond),
estabilizan a pacientes en terapias de electroshock; en Texas
animan a los niños que se recuperan de quemaduras y calman
a los pacientes de Alzheimer. Canes adiestrados recogen cosas
del suelo, halan sillas de ruedas, apagan y encienden luces,
marcan números telefónicos de emergencia pregrabados,
emiten ladridos de aviso, sacan y guardan objetos, abren y cierran
puertas, despiertan al dueño y lo libran de los peores
peligros; mejor dicho: Lassie a la enésima potencia. |
Especies domésticas
transmiten
unas 200 enfermedades y al tiempo proveen
medios preventivos y curativos para
un número igual o mayor de ellas.
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Cuando
Alejandro Magno dijo: mi reino por un caballo, parecía
avizorar la utilidad de la hipoterapia, proceso fisioterapéutico
y psicomotriz, para el tratamiento de discapacidades severas.
En España y otros países alivia disfunciones psíquicas,
esclerosis múltiple, paraplejías, secuelas de
accidentes vasculares, traumas craneo-encefálicos, síndrome
de Down y, ¡oh, santo remedio!, calma a los niños
hiperactivos. Los burros no se quedan atrás: a más
de ser más inquietos por la cultura de lo que creemos
(el Biblio-burro colombiano lo demuestra), suben
el optimismo a niños con problemas emocionales. Flipper,
el héroe de televisión, no es el único
delfín inteligente; según el doctor David Nathanson,
pionero en delfinoterapia de Florida, los delfines permiten
a los niños aprender de 4 a10 veces más rápido,
estimulan la atención, la disciplina y la sociabilidad
en niños autistas, corrigen males de audición,
visión y depresión. Acariciar el pelo del gato
combate la ansiedad y el nerviosismo. Mirar durante 10 minutos
los peces en un acuario produce calma y bienestar, las aves
aumentan la capacidad de observación y las tortugas la
concentración. Tambien, investigadores británicos
crearon un pequeño ratón que tenía genes
humanos, para tratar el síndrome de Down y trastornos
similares.
El universo zoo-terapéutico es un laberinto con límites
imprecisos entre realidad y fantasía, entre ciencia y
charlatanería, un universo de muchas respuestas y aún
más preguntas, como la del poeta: ¿quién
me dijera si este huevo es de paloma o de serpiente?. |
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